Pedro Pineda: «La esperanza en una guerra siempre será una incógnita»

«Las guerras siempre se repiten debido a que es un negocio que da dinero y poder. Las guerras deberían pelearlas los generales o quienes la propician. Sí, un general sale victorioso, pero a cambio de qué, a qué precio, cuántas vidas, sobre todo civiles se pierden», comenta el experimentado actor Pedro Pineda sobre su personaje en la pieza Por toda la hermosura, que estará hasta este fin de semana en la Sala Rajatabla de Caracas.

El elenco de este montaje lo conforman el citado Pineda, Nair Borges, Raoul Gutiérrez y Haudy Pacheco bajo la dirección general de Shonny Romero. En esta oportunidad el grupo de teatro Dionisíacas Producciones presenta en Venezuela esta pieza de la dramaturga española Nieves Rodríguez Rodríguez.

Esta pieza que está enmarcada en tiempos de una guerra (imaginamos que la de Bosnia en Europa), pero que retrata una realidad mundial. Las funciones serán este viernes a las 6:00 pm; mientras sábado y domingo desde las 5.00 de la tarde. La Sala Rajatabla está entre Unearte (antiguo Ateneode Caracas) y el Teatro Teresa Carreño.

HERIDOS

Pineda considera a su personaje del abuelo «como un pajarillo sin alas, porque está en el ocaso de su vida, ha pasado guerras que le han quitado lo más lindo de la vida. Con la muerte del esposo de su hija, que ha tenido que cargar con el peso de la familia, han tenido que huir y emigrar, estar escondidos. Cuando escucho la noticia de la culminación de la guerra en la radio me alegra, pero en el fondo no soy optimista. Es injusto que el ser humano, la sabia del árbol sea desgarrada o tronchada por la guerra. Que la familia se disgregue, que se pierdan hermanos, que todo se vuelva un caos. Para el abuelo su herida no es en la pierna, ya que esta cicatriza, sino es en el alma, y el dolor de estar en el ocaso de su vida, viendo que su hija y su nieta, que son los que más ama sufren».

En su personaje Pineda muestra «ese abuelo frustrado porque es una carga. Ve cómo su nieta busca frutas para alimentarlo. ¿Cómo puede sentirse ese abuelo ahí postrado en una silla? Cuando debió ser un abuelo con una casita, con un conuco, con lo que sea, y tener cómo aportar a su familia, pero en esas condiciones cómo lo hace. Lo único que puede enseñar a su nieta es aprender a protegerse del peligro, pero se frustra porque él no la puede llevar y protegerla. La esperanza es para el abuelo una incógnita».

Haudy Pacheco, quien interpreta al personaje de la hija, quedó atrapada del mismo «porque es joven y tiene ganas de salir al mundo, cumplir sueños, vivir de verdad. Me gustó muchísimo que es una niña que a pesar de la fuerte situación que vive, tiene sueños. El proceso de lograr esa dualidad que vive fue y es bastante exigente. Me sentí identificada con ese país en ruinas y de las personas que no están. Es lo que saqué para confeccionar mi personaje».

Nair Borges interpreta a una madre que «trata a veces de ser protectora, que tiene que proveer a su familia, y debe estar pendiente de su hija que es ajena a ese mundo fuerte que le tocó vivir, mientras que mi padre está enfermo. Es una mujer dura pero también muy sensible y golpeada, que ha visto cosas horribles, el descalabro y destrucción de una nación, que ha visto muchos cadáveres, ataques armados y mucha tortura, aunque esa madre siempre guarda una esperanza. Está consciente que viene un tiempo que debe ser esperanzador y de cambio absoluto, que trae muchas incógnitas, pero también muchas expectativas, porque básicamente sabe que es imposible estar peor de lo que está».

Raoul Gutiérrez tiene rol de «un otro», el cual suscita muchas sorpresas en la pieza: «Narra la historia de todos los otros que no tienen familia, debido a que se quedaron sin familiares producto de las dificultades de una país. También narra el trance que puede vivir una persona interna y externamente, que está sin familia y a la deriva en un contexto de guerra. Considero que mi personaje se vuelve idealista, porque los que nos incita un problema de esta calaña es buscar y optar por la venganza contra quien te hizo daño, quien te quitó tu familia. Me parece bonito ese optar por perdonar, porque al final todos somos víctimas de esa guerra. Se da cuenta que el rencor y la venganza nos son el camino sino el mejorar como seres humanos. Sin embargo, a los líderes que impulsaron esta debacle y guerra se les debe imponer justicia, como lo dice la autora. Justicia para los culpables de las muertes, de esa crisis».

T/ Eduardo Chapellín
F/ Cortesía Dionisíacas
Caracas