Una cifra indeterminada de minas heredadas de la última guerra se mantienen activas en la República del Congo y constituyen una amenaza para la población, según una institución británica citada este viernes por la prensa.
Los explosivos y otras armas instaladas en extensas áreas pueden calcularse en «toneladas», de acuerdo con un informe de Mines Advisory Group (MAG, sigla en inglés), una entidad de asesoramiento especializada en esos artefactos.
La situación tras el conflicto bélico de 1993 a 2003 se agudiza porque el país carece de una institución oficial para enfrentar la situación y solo cuenta con «unas docenas» de soldados entrenados para ello.
Alrededor de 26 mil minas (unas tres toneladas) fueron destruidas solo en el barrio capitalino de La Poudriére, desde junio último, cuando el MAG emprendió un programa de descontaminación financiado por la Unión Europea.
A ello se añade la desactivación durante la última década de otros pertrechos militares, entre ellos más de 700 mil armas y municiones (unas 140 toneladas).
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) también contribuyó con la localización y eliminación de 12 mil armas y municiones, al término de la guerra en 2001.
Mines Advisory Group, que trabaja desde 2007 con las Fuerzas Armadas Congoleñas (FAC), vincula esos medios militares con antiguas milicias, que «siguen activas» después del armisticio de hace ocho años.
La cicatriz de la guerra civil, que dejó miles de muertos, se percibe en los artefactos diseminados por el territorio del país, causantes de muchos accidentes en la población, observa el MAG.
Brazaville refrendó en 1981 el Tratado de Prohibición de Minas Antipersonales en la Convención de Ottawa, pero no reconoció después la existencia en el país de esos artefactos, destaca el documento.
Ninguna información segura sobre minas, armas y demás pertrechos en territorio congoleño tras el conflicto fue publicada tampoco hasta ahora por entidades nacionales o internacionales.