Al menos ocho agentes y un miembro del personal civil de la policía británica (Scotland Yard) fueron suspendidos de servicio, mientras prosiguen este viernes las investigaciones basadas en alegatos de racismo.
En total, unos 20 gendarmes son investigados por la Comisión Independiente de Quejas a la Policía en relación con unas 10 denuncias sobre conducta racista.
Las acusaciones van desde comentarios ofensivos de índole racial hasta comportamientos abusivos, asalto y utilización de elementos discriminatorios al atender las llamadas telefónicas en la estación de la fuerza policial.
El jueves, un sargento y dos cabos de la comisaría de Newham, en el este de Londres, fueron puestos bajo tareas restringidas por incidir en supuestos abusos verbales racistas.
Ante tal situación, el alcalde londinense, Boris Johnson, dijo que su ciudad «es la más tolerante del mundo» y en ella «no hay lugar para el racismo».
Sin embargo, la semana pasada, un joven de 21 años arrestado durante los disturbios del pasado verano en la capital británica relató cómo un agente de Scotland Yard le gritó expresiones racistas, incidente que quedó grabado en su cámara de teléfono celular.