Ante las elecciones previstas en 2013 en Filipinas, su presidente Benigno Aquino volvió en las últimas horas a a manifestar preocupación por una reciente ola de violencia criminal favorecida por el uso indiscriminado de armas.
Pese a que las estadísticas oficiales indican un decrecimiento del 10 por ciento de esos actos en el país del 2011 al 2012, Aquino reiteró al secretario del interior, al director de la policía y otras agencias de seguridad la necesidad de redoblar los esfuerzos preventivos.
«Soy el primero en reconocer que queda mucho trabajo por hacer» al respecto, dijo en un acto público, al referirse a los programadas comicios intermedios, que considera un virtual referendo a su liderazgo.
Aludió a los casos registrados hace poco de un drogadicto que disparó contra 19 vecinos y el conductor de un autobús que mató a cinco pasajeros que se negaron a pagar el pasaje, además de referirse a cuatro ex altos oficiales fugitivos.
El gobernante puso particular acento en combatir los llamados ejércitos privados, y a sindicatos de la droga y los juegos prohibidos, y el control de armas pérdidas, de las que se han recuperado 249.
«No sólo porque queremos elecciones pacíficas y seguras en 2013, sino para más paz y orden en nuestras comunidades», recalcó.
Tras los referidos incidentes sangrientos, se reactivó en Filipinas un apaciguado debate en torno al uso indiscriminado de medios letales, un asunto que lleva más de 20 años en tapete sin un desenlace legislativo.