Mañana se cumplirán los primeros cien días del gobierno de Nicolás Maduro Moros como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Creo que deben existir pocos casos en los que un Presidente entrante, sin haber gobernado antes, se le haya maltratado como se le ha hecho a Maduro Moros, desde antes de comenzar a gobernar. Maduro fue insultado al encargarse provisionalmente de la Presidencia de la República el 10 de enero, en un acto legal y legítimo declarado como tal, antes de esa fecha, por el Tribunal Supremo de Justicia.
Su legitimidad y su legalidad fueron cuestionadas sin argumentos legales para ello, solo con actos de leguleyos y de forajidos se intentó impugnar algo que no solo fue legal y constitucional, sino además mantenía la estabilidad de la Nación, en unas semanas en las que ella estaba pendiente de frágiles equilibrios, causados por las intenciones destructivas de los mercenarios de siempre. El espacio de esta nota permite solo decir que ese equilibrio estaba sin duda asegurado, luego de las dos victorias de la Revolución inmediatamente anteriores: la del 7-10 y la del 16-12.
Pero, he aquí que nuestro proceso debe siempre convivir con una nauseante corriente subterránea de mercenarios y forajidos, propiedad de Estados Unidos, que muestra sus signos amenazantes a través de los medios masivos de mentiras, y en sus delincuenciales acciones de calle, que cada vez que encuentran algún punto débil -y en ese caso era nada menos que la muerte del Eterno Comandante, y su previa agonía-, arremeten con su degradación política y ética, y lo hacen como los canallas que son: mintiendo, planificando acciones militares en el Departamento de Estado de EEUU, esconder la comida y las medicinas al pueblo, degradar la vida ciudadana, golpes de Estado, etc., que es lo único que sale de la cabeza degenerada de mercenarios.
En el esfuerzo monumental del presidente Maduro en estos primeros 100 días, ha mostrado una voluntad, una energía, un estilo propio de gobernar, un tipo de imaginación desde el Gobierno que permite visualizar un camino importante en la vida da la Nación.
En ese sentido es justo felicitar su acción de gobierno, pero también lo es felicitar al Gabinete Ejecutivo, que antes y después de la desaparición del presidente Hugo Chávez ha mostrado una capacidad de trabajo pocas veces vista en nuestra historia; actúan según las necesidades posVenezuela-IV República: gobernar en un estado de necesidad.