Estas reflexiones, que tuve el alto honor de exponer como Orador de Orden en la Sesión Especial del Consejo Legislativo del estado Nueva Esparta con motivo del Día del Guaiquerí, tiene dos fuentes de inspiración: la capacidad productiva de nuestros hermanos originarios hace 1.500 años y una latita de maíz producida en Tailandia, y que se comercializa en los supermercados margariteños.
Tailandia está a mas de 17 mil kilómetros de nuestra amada isla.
Lo que le preguntaba al calificado auditorio en la Casa de la Comunidad Indígena Francisco Fajardo era “¿qué nos pasó, que importamos lo que éramos capaces de producir con las uñas, hace 15 siglos?”.
Hubo algunas respuestas con autocrítica. Reconforta publicar que todos aceptaron el reto lanzado de volver a ser productivos como hace 1.500 años.
Tienen tanta aceptación nuestras propuestas claras de un proyecto como “Madres Costureras” para dejar de importar uniformes y el “Polo Tecnológico del Caribe”, que dará empleo a cientos de profesionales graduados en nuestras universidades.
Esa latita de maíz importada de Tailandia son empleos que se pierden acá.
Entonces si tenemos valles fértiles, si tenemos gente con ganas de trabajar la tierra, promovamos con educación, dotación y dirección técnica esa gran posibilidad de dejar de importar y así ahorrar divisas para invertir en proyectos endógenos.
Ya tenemos en agenda hablar con los importadores y decirles, ayúdennos a producir en Porlamar. Por qué invertir afuera cuando lo pueden hacer a metros de sus tiendas. Queremos que el Puerto Libre sea turístico e industrial no contaminante.
El reto de la latita de maíz, está abierto. ¿Aceptan ayudarme a cambiar la historia?
¿O prefieren que otros disfruten de nuestros petrodólares?