Integrantes del Frente Amplio y diputados del partido Acción Ciudadana adelantan un proyecto de ley que será presentado ante el Parlamento de Costa Rica para para impedir que campesinos sigan cultivando, maíz, algodón, soya y otros alimentos transgénicos en el país.
De acuerdo con la información de medios digitales, la iniciativa de brigadas ecológicas tuvo su antecedente en la labor que realizan autoridades gubernamentales en zonas de cultivo de municipios cercanos a la cuidad de San José (capital de Costa Rica) junto a diversos colectivos sociales como el Bloque Verde y la Federación Ecologista para lograr liberar en un 77 por ciento la siembra de alimentos modificados genéticamente, durante el 2012 y parte del año en curso.
En una campaña realizada en beneficio de la salud pública, los frentes consiguieron depurar 63 cantones de cultivo, de 83 que se dividen en el país “libres de cultivos de transgénicos”, mencionó el líder de la Federación Ecologista, Mauricio Álvarez.
Recordó que el próximo 16 de octubre, la federación relanzará una nueva campaña nacional en contra de los alimentos modificados, lo cual demuestra el grado de rechazo a este tipo de cultivos por parte del colectivo ambientalista.
Por su parte, el vocero del Bloque Verde, Fabián Pacheco, rememoró que sólo se pudo detener el avance de esta actividad respaldada por las multinacionales con caminatas, movilizaciones, labor social de alcaldías municipales y acciones ante la Sala Constitucional en la ciudad capital.
“Gracias a nuestra lucha, Monsanto sigue sin poder sembrar maíz transgénico en Costa Rica”, dijo el líder del Bloque, al conmemorarse un año del llamado ecologista en defensa del cereal criollo.
El portavoz invitó a todos los frentes a sumarse a la lucha por conservar el ecosistema y cosechas de alimentos sanos para “seguir en el camino de una Costa Rica ecológicamente sustentable”.
DISMINUYEN CULTIVOS TRANGÉNICOS
En Costa Rica, existen actualmente 443,1 hectáreas de cultivos genéticamente modificados de algodón, soya, plátano y piña. Sin embargo, la siembra decreció en 73,9 por ciento de lo que había en el 2007, cuando se alcanzó el máximo histórico.
La carta que los ecologistas jugarán para evitar la actividad es apelar a la autonomía y la soberanía municipal de zonas de cultivo de maíz, pues existe una moratoria que prohíbe la siembra de transgénicos.