Por Néstor Rivero|El que pone las canciones (Opinión)

Las élites estadounidenses, tanto los comerciantes e industriales, como los cultivadores del centro-oeste y sur, coincidieron al paso de las décadas en el trazado de un proyecto expansionista y depredador de escala continental, cuyo avance se dio por tramos y a expensas de las tribus indígenas, del territorio de México, islas del Caribe y, ya en el siglo XX, trastocando la soberanía del resto de los países de la América Latina y caribeña.

Así, una vez saldada la querella de la secesión y la liberación de la mano de obra, con la abolición de la esclavitud, las élites estadounidenses dieron uniformidad al proyecto nacional detrás de la carreta de un capitalismo articulado con la extensión de sus mercados y fuentes de materia prima, al resto del continente. Y ello acaeció mediante el acoplamiento del interés nacional de la naciente potencia, con los privilegios de las castas privilegiadas de casi todas las nuevas Repúblicas centro y suramericanas y caribeñas, que prefirieron someterse como “pariente pobre” de la burguesía imperial, antes que impulsar una política endógena o anfictiónica de desarrollo que negociase con habilidad las tecnologías y liderase los ciclos de industrialización de estos países.

Así, las oligarquías criollas que imponen el control en cada país, para sostener sus privilegios en el orden interno, llegan a la villanía del apátrida con tanta facilidad como el personaje de la tira cómica cuyo trabajo es dar saliva entre sus dientes, una y otra vez, a la goma de mascar. Y ese es el papel de la MUD en la Venezuela de hoy. No desmentir nunca sus nexos como agencia local de planes antivenezolanos, no denunciar nunca el decreto de Mr Obama que declara la Patria de Bolívar como “amenaza” de la seguridad nacional de Estados Unidos. Una oposición que jamás se demarcará de las agencias estadounidenses que patrocinan desestabilización, como el Comando Sur y la NED.

Una oposición que se desvive por verse entre los invitados de la Casa Blanca, Departamento de Estado de EEUU o retratada en medio de una comisión del Congreso estadounidense. Eso sí, siempre dispuesta a cantar las canciones que le paute su director de orquesta y al ritmo que se le ordene, sin desafinar. Para la opositora MUD la palabra patria nada significa, porque para ellos, quien paga la orquesta pone las canciones.

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