Ramón Alirio Contreras G. | Lo que somos (Opinión)

Es difícil escribir sobre el tema de lo que somos como país. Nada más complejo que definir una identidad de una nación sin caer en reduccionismos, porque siempre vamos a valorar con generalidades las experiencias particulares de los grupos sociales que conforman la vida. La cosa se complica más cuando pretendemos hablar de una identidad latinoamericana. El asunto, desde mi punto de vista, es así: somos un collage de identidades. Los saberes culturales de la humanidad se sedimentan en nosotros y las interacciones que generamos nos van dando características que nos definen, más o menos, como eso que la imaginación y los intereses de los seres humanos definió como territorio nacional.

Esos sedimentos que nos conforman, son constantes y se van produciendo de acuerdo a los tiempos históricos. El sujeto político que el comandante Hugo Chávez rescató, desde que insurgió en 1992, ha sido clave en las prácticas que desarrollamos. El sector opositor, en todos sus matices, tiende a estandarizar al sujeto chavista desde una perspectiva negativa, que busca anularlo.

La más reciente minimización se centra en el impacto de la guerra económica y sus efectos colaterales en la moral del pueblo chavista. Reducir a los simpatizantes de la Revolución a categorías como “enchufados”, desmoralizarnos y acabar con la alegría que nos caracteriza como pueblo Caribe, es su objetivo.

Suele no ser fácil convivir con algunas de nuestras formas de ser y hacer. El desorden, el caos, la corrupción, entre otras acciones que marcan la cotidianidad criolla, es algo que tenemos la tarea de trascender, de no aceptar como un signo de nuestra vida. Somos mucho más que eso. Somos un pueblo que lucha y que trabaja, no somos el mejor país, ni el peor. Pero sí tenemos ímpetu, coraje, tesón y una conciencia política que muchas naciones, con niveles más altos de eso que llaman desarrollo en el mundo moderno, quisieran tener.

Nuestra peor incoherencia como sujetos es cuando decimos que amamos a nuestro país, pero contribuimos sistemáticamente con acciones negativas, de las cuales vivimos quejándonos. No nos quedemos con lo enunciativo, como aquellas parejas que te dicen te amo y nunca hacen nada por ti.

T/ Ramón Alirio Contreras G.