Cuentan con apoyo de la GNB y las misiones Ribas y Barrio Adentro |En refugio de Intevep se atiende a damnificados de Nueva Tacagua

Alrededor de 320 personas que habitaban las terrazas M, L y KK de Nueva Tacagua son albergadas en el edificio anexo de Intevep, en el sector El Tambor de Los Teques. Se espera que estas cifras aumenten cuando se termine de desalojar la zona que quedó incomunicada a causa de las precipitaciones.

De esa población registrada hasta ayer en la mañana, cuatro son adultos mayores con discapacidad motora; uno, con discapacidad visual. Hay 85 niñas, niños y adolescentes.

Según indicó Miguel Ford, presidente del ente adscrito a Pdvsa, el espacio preparado para atender a las personas damnificadas de Nueva Tacagua quedará al máximo de su capacidad cuando lleguen las familias que quedan por desalojar. “La idea es que el tiempo que ellos permanezcan aquí tengan un nivel de confort adecuado”, acotó el directivo.

Ford informó que la noche del lunes fueron descubiertas unas 12 personas que permanecían a las puertas del refugio con la intención de sacar ventaja de la situación. Según comentó, la Guardia Nacional Bolivariana y los propios vecinos detectaron a quienes intentaban “pescar en río revuelto”.

Para mantener el control, en un principio fue prohibida la entrada al refugio de 32 personas que, aún siendo parte de las familias damnificadas, no estaban en el momento de la evacuación. Según el funcionario, esos casos ya fueron resueltos para mantener la unidad de los núcleos familiares.

Este refugio es atendido por más de 80 voluntarias y voluntarios de Intevep que se organizan en guardias y crearon las comisiones de logística, salud y vigilancia, entre otras. El personal médico de la institución instaló una unidad asistencial que funciona las 24 horas del día y cuenta con el apoyo de las médicas y los médicos de la Misión Barrio Adentro.

SALUD GARANTIZADA

Yanny Escalona, médica especialista en epidemiología de la plantilla de Intevep, explicó que hasta el momento no han registrado casos de gravedad. “Lo más frecuente que hemos encontrado son traumatismos simples; trastornos respiratorios agudos, normales en época de lluvias, como rinofaringitis, amigdalitis aguda y síndromes virales; y algunas afecciones de piel, como urticaria, escabiosis y pediculosis. No hemos detectado mayores complicaciones”.

Destacó que llevan un registro de cada caso para luego elevar las estadísticas al Ministerio del Poder Popular para la Salud. Se abrieron historias para el control prenatal de unas seis mujeres embarazadas que llegaron con el primer contingente de refugiadas y refugiados.

El equipo médico multidisciplinario de la institución petrolera, con la ayuda de sus colegas de Barrio Adentro, la unidad de promoción social de Intevep y las voluntarias y los voluntarios de la Misión Ribas, diseñan un plan de salud preventiva.

El plan consiste en talleres orientados a prestar apoyo en materia emocional y psicosocial, así como formar la higiene de los alimentos, el aseo, las medidas convivencia y otros aspectos. La intención es hacer la estadía más llevadera en el refugio y evitar trastornos psicológicos que, además, puedan afectar la parte física.

César Pérez, funcionario adscrito a la división de calidad de vida de la gerencia de recursos humanos de Intevep, adelantó que también están programando actividades recreativas, deportivas y culturales, dirigidas principalmente a la población infantil que permanecerá en la edificación por un tiempo hasta ahora indefinido.

Para ellos cuentan con el apoyo de brigadistas de los primeros semestres de la Misión Ribas que ya han colaborado con ellos como animadoras y animadores de planes vacacionales. También se tiene previsto realizar tareas dirigidas para los infantes en edad escolar.

NO HAY LUGAR COMO EL HOGAR

Las damnificadas y los damnificados consultados por el Correo del Orinoco manifestaron sentirse bien atendidos por el personal voluntario de Intevep. No obstante desean que esta situación dure el menor tiempo posible.

“La atención está muy bien, hay mucha amabilidad y atención, pero no es igual que estar uno en su casa. Nosotros necesitamos nuestra vivienda”, manifestó Wendy Becerra, quien quedó damnificada con su esposo y tres hijos menores de edad.

Balbina Cristancho, quien vivió en Nueva Tacagua 30 de los 72 años que tiene de vida, debió caminar sostenida de una guaya para abordar el helicóptero que la rescató. No tiene queja de la atención, y agradece especialmente el suministro de las medicinas que necesita.

A pesar de todo, lamenta haber tenido que salir tan repentinamente. Recuerda que desde que existía el Inavi les habían dicho que se preparan para desalojar la zona, porque nunca fue apta para la construcción. Así pasó el tiempo “hasta que llegó el día en que se derrumbó todo eso allá. Quedaron solamente los corotos y todavía no los hemos podido sacar”, concluyó.

T/Luis Jesús González Cova
F/Héctor Rattia