Multitud de Juan Barreto Cipriani|El régimen del capital (Opinión)

Ya lo advertía Michel Foucault: ninguna civilización produce ideas distintas a las de su época, es decir, el tiempo y sus propios límites. Por lo que solo en el borde, en las fracturas, en el estallido de las crisis es donde se da el salto que hace posible pegar, flanquear las líneas de fuga que cruzan el cuerpo físico de los aparatos y sus máquinas.

Toda época es el espacio-tiempo de un puñado de preguntas que recurrentemente remiten a territorios y momentos que construyen sujetos de respuesta. Frente al espacio-tiempo absoluto y abstracto del mercado, y a su ciclo temporal, caracterizado hoy por la materialidad inmaterial de su espectrografía, surgen pequeños bloques de otras temporalidades, arcos de respuestas que, como el marxismo con todas sus escuelas e influencias, cruzan campos problemáticos, creando paralelismos con nuevas interrogantes equipadas de zonas de respuestas.

Equipamientos de sentido que son materia prima para trances y lances de dados, invitaciones para ir construyendo universos de posibles respuestas que ensamblen en la naturaleza de los cambios y actualicen las aproximaciones a los devenires epocales.

“Nada tenemos, salvo el tiempo”, diría Baltasar Gracián. Somos tiempo de la producción de todo lo existente y de aquello que lo interpela. Tiempo de la mercancía y de su abolición, si vamos construyendo también el tiempo de la pregunta por la emancipación. Y como siempre nos recordó nuestro Hugo Chávez, apelando a Los Miserables de Víctor Hugo: “Nada más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado”.

El régimen del capital no se desplomará por sí solo. No soñemos siquiera que el capital posea una intención suicida. Puede proseguir reproduciéndose, al infinito de manera obscena, es decir, rebasando sus propios escenarios tradicionales; produciendo realidad-actualidad, por medio del dispositivo información-comunicación, en la misma medida que coloniza los nuevos territorios de la subjetividad y crece ahora al interior de otro límite desde otra reterritorialización del cuerpo.

Hay que luchar, impugnar, resistir con mucha fuerza y durante mucho tiempo. No nos llamemos a engaños.

juanbarretoc@gmail.com

El capital es producto del egoísmo. Sólo el nacimiento del hombre nuevo podrá eliminarlo.

  • Desde hace mucho tiempo que el precio de las mercancías no expresan su verdadero valor, la causa de dicha disociación la encontramos en la subjetivización impuesta por la ”mano peluda invisible” del mercado como ”valor de uso” o bien ”escaso”. El homo economicus, entrampado hasta el cuello en el cenagal de su propio invento, asaetado por el fetichismo de la mercancía.