Guerras del pueblo de Néstor Rivero|La resistencia gobernando (Opinión)

El triunfo electoral de Evo Morales, con el 60 por ciento, en los comicios del pasado domingo 12 en Bolivia es un reto para la capacidad de leer los tiempos que nacen en esta América Latina respecto al poder de la resistencia histórica de más de quinientos años de nuestros pueblos en contra de los modelos hegemónicos que favorecieron las oligarquías territoriales y los centros imperiales de Europa y Estados Unidos.

Ciertamente la continuidad de procesos que expresan la voluntad mayoritaria de las naciones al sur del Río Grande integradas, entre otros organismos, en el ALBA-TCP -de la cual Bolivia justamente es puntal, al lado de Cuba, Ecuador y Venezuela-, así como PetroCaribe por una parte y de la otra Mercosur en su nuevo perfil con Dilma Rousseff, Cristina Fernández, José Mujica y otros, con su firme propósito de construir ciclos de soberanía, no sólo carecen del beneplácito del Departamento de Estado y la Casa Blanca sino que confrontan riesgo permanente.

Ahora bien, esta renuencia de los viejos poderes de la globalización imperial es explicable, aunque nunca tendrá justificación: jamás podrá esgrimirse un solo argumento que dé soporte moral a la distorsión mediática sobre los procesos que en este continente protagonizan las mayorías y que tanto rechazan las oligarquías del capital y la tierra.

Se trata de dos modelos, uno el de los privilegios de quienes acumularon riqueza y pretenden seguir haciéndolo por vía de la expoliación, invasiones, chantaje diplomático y el aprovechamiento de los recursos y las divisiones internas en los países al Sur del continente.

Y respecto al funcionamiento de los mecanismos de hegemonía imperial, nuestros pueblos tienen todavía mucho que aprender: los centros de poder de la globalización llevan al menos quinientos años acumulando experiencia y traspasan sus lecciones de padres a hijos, y de la potencia feneciente a su sucesora, como ocurrió durante la II Guerra Mundial con Inglaterra y Estados Unidos.

Así, el liderazgo de la resistencia de pueblos que hoy comienza a gobernar en la región, está llamado a estudiar con el máximo rigor sus propias experiencias, la teoría política y las técnicas del adversario, de modo que sortee con bien los riesgos de desestabilización, amenazas permanentes de golpe de Estado, asesinatos selectivos y militarización de las relaciones internacionales en que inscriben sus líneas tácticas el Departamento de Estado y el Pentágono.

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