Por Manuel López|Romper dogmas (Opinión)

En los últimos años el presidente de Cuba, Raúl Castro, ha venido planteando en sus intervenciones ante la Asamblea Nacional de su país la necesidad actualizar el modelo económico como una de las tareas prioritarias para garantizar la sostenibilidad de la Revolución.

Una de las acciones en su agenda está dirigida a incrementar la eficiencia en la gestión del Estado y racionalizar la nómina en las entidades públicas.

El Mandatario ha sostenido que en el Estado cubano hay «plantillas infladas, muy infladas, terriblemente infladas», en casi todos los sectores, y se pagan salarios no vinculados a la producción, con lo cual no se puede evitar que se deteriore la capacidad adquisitiva del pueblo.

Sin una economía sólida y dinámica, sin eliminar gastos superfluos y el derroche, no se podrá avanzar en la elevación del nivel de vida de la población, ni será posible mantener y mejorar los elevados indicadores alcanzados en la educación y la salud, ha planteado el Presidente.

En el archivo de reseñas de Prensa Latina, en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas realizado en 2010, Castro Ruz reconoció que la situación económica cubana es crítica, que su gobierno no puede mantener subsidios «excesivamente paternalistas», y que hay un millón de cubanos que sobran en las nóminas estatales.

Insistió también en que se gastan «millones y millones» en importar alimentos que se pudieran cultivar en Cuba, mientras crecen las «ilegalidades» y la corrupción.

«Continuar gastando por encima de los ingresos significa comernos el futuro y poner en riesgo la supervivencia de la Revolución», aseguró el Presidente, refiriéndose a la necesidad de alcanzar los equilibrios económicos.

En aquel histórico discurso, el dirigente pidió no cerrar los ojos ante “realidades nada agradables” y llamó a romper dogmas, para asumir con “firmeza la actualización del modelo económico”.

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