Colectivo La araña feminista|Rosa, espada y llama de la Revolución (Opinión)

Se cumplieron 97 años del asesinato de Rosa Luxemburg el pasado 15 de enero, en el barrio de Wilmensdorf, durante el periodo en el cual el que fuera su partido (Partido Socialdemócrata de Alemania, SPD) estaba en el Parlamento. Y no se trata ésta de una reseña histórica sobre su muerte, sino un amoroso recordatorio que la Rosa Roja está más viva que nunca y una invitación a conocerla y reconocerla en nosotras, mujeres en permanente lucha.

Rosa estaba destinada a luchar o sucumbir, era polaca, judía y mujer socialista entre los siglos XIX y XX, viviendo entre el lado zarista de un Estado no soberano como Polonia y el Imperio Alemán. Ella luchó. Contracorriente, Rosa fue economista política, teórica, maestra, socialista militante y actuante, radical, pacifista e internacionalista, es decir, una revolucionaria.

Sobre el ejercicio de la educación, señala Wolfstein (en Schütrumpf, 2007) “…lo que enseñaba Rosa era totalmente opuesto al concepto tradicional de maestra”. Sus escritos y discursos son evidencia de ello, ya que su visión -dado el contexto de su subjetividad– era necesariamente otra. Puedo imaginar a Rosa a inicios del siglo XX con 28 años ingresando a las filas del SPD, y las luchas que tuvo que dar para ser reconocida. No por nada sus posiciones ante la vida le costaron ser vilipendiada, perseguida y encarcelada.

En torno a su posición respecto de la “cuestión femenina”, hay opiniones encontradas. Sin embargo, como introduce Isabel Loureiro (ibíd.), aprovechemos no solo lo que escribió al respecto, en escritos como El voto femenino y la lucha de clases, en el que da cátedra de la categoría de clase que atraviesa la lucha de las mujeres, sino que veámosla también en su vida y en los espacios públicos y de poder simbólico (nunca se prestó al ejercicio del poder en el Estado) que ocupó, y en los que tradicionalmente habían sido excluidas las mujeres.

Este recordatorio de Rosa se ubica en el contexto venezolano actual como “espada y llama de la Revolución” y, en línea con su máxima “…el acto más revolucionario consiste en decir la verdad en voz alta”. Se hace necesario el llamado de atención política sobre el foco productivista que se está dando a la economía, una visión esencialmente patriarcal, difícil de contrarrestar dadas las proporciones de género en las vocerías de las “nuevas” instancias económicas, totalmente desfavorable para las mujeres revolucionarias, en capacidad de asumir ésta y las luchas por venir.

Ni en crisis, ¡Nunca cedamos lo avanzado!

T/ Nathalia González O.
I/Vargas
(La Conjura)