Septiembre llega patriota, de puños en alto, de tristeza profunda, de pitirre echando cantos, abatido…
Fue el 23 de septiembre de 1868 que se levantó el puño patriota y revolucionario en varios pueblos del lar puertorriqueño. Guiados por el Padre de la Patria, el doctor Ramón Emeterio Betances, desde el exilio, navegando aguas caribeñas con armas de liberación detenidas en el camino, los combatientes, machete en mano, dieron el grito libertario conocido históricamente como el Grito de Lares.
No pudo ser. El ejército español ganó la batalla y los revolucionarios fueron muertos o arrestados. Entre ellos destacan Juan Rius Rivera, quien luego inflamaría la manigua cubana con su presencia y mando y Pachín Marín, poeta de altos vuelos que terminara su vida excelsa en la guerra de liberación de nuestra hermana antillana.
Pasados los años, los puertorriqueños, esta vez bajo la dirección de Pedro Albizu Campos, convirtieron a Lares, ciudad del Grito, en el Altar de la Patria. Cada 23 de septiembre, una multitud arropa a Lares en homenaje a los Héroes de la Patria y en celebración del acto revolucionario llevado a cabo por ellos.
Fue así que otro 23 de septiembre, el de 2005, llegó la tristeza…
Un contingente del FBI, de esos esbirros que tienen tomado a Puerto Rico, asesinó, dejándolo desangrar inmisericorde, al comandante del Ejército Popular Boricua-Macheteros, Filiberto Ojeda Ríos.
Mientras los patriotas escuchaban su voz grabada desde la clandestinidad en lo que sería su último mensaje, su hogar era rodeado por mas de un centenar de agentes del Gobierno de Estados Unidos que procedieron a matar a nuestro Pitirre.(1)
La tristeza, la indignación, la furia, han sido sentimientos a flor de piel entre el pueblo desde ese 23 de septiembre, día de dos gritos.
El pueblo no olvida, no perdona.
Recordamos tus palabras a tu compañera cuando te despediste de ella: ¡Pa’lante!
Eso hacemos, Comandante. El guaraguao no podrá con nosotros.
1. El pitirre es una avecilla capaz de vencer al guaraguao, ave rapaz de gran tamaño. Tenemos un dicho: Cada guaraguao tiene su pitirre.