Afirmó el cineasta chileno|Sergio Trabucco:Abandonar la televisión y dejarla en otras manos fue un error político

“Es tiempo de que los liderazgos y la conducción de los movimientos la asuman gente más joven, con la compañía de los viejos, que no estamos jubilados”

Sergio Trabucco, vivió en Venezuela entre los años 1975 y 1979. Durante cuatro años y medio estuvo vinculado a diferentes organizaciones, algunas de ellas sindicales, dedicadas a la actividad cinematográfica. Miembro fundador de la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano y parte de la directiva de Chile Film durante el gobierno de Salvador Allende, Trabucco fue productor de la cinta documental, Compañero presidente, dirigida por su compatriota Miguel Littín, en donde el mandatario austral comenta las bases de su revolucionario proyecto político al periodista e intelectual francés Regis Debray.

El año pasado este cineasta chileno estuvo de nuevo en nuestro país como invitado especial al décimo aniversario del programa Aló Presidente. Luego regresó a un encuentro de cineastas y recientemente, fue invitado al Festival de cine latinoamericano y caribeño de Margarita, donde comentó sus más recientes proyectos, y señaló algunos avances en el aspecto técnico y de contenidos del cine venezolano.

Acaba de terminar la película Bicentenario, la independencia inconclusa, guiada por Luis Vera. El proyecto esta dividido en dos largometrajes cada uno y además tiene una versión de cinco capítulos para televisión.

El material fue coproducido junto con la Villa del cine y otras instituciones de México, Colombia, Paraguay, El Salvador, Chile y Telesur, donde próximamente se trasmitirá. La primera parte cuenta la historia latinoamericana desde 1810 hasta la Revolución Cubana, mientras la segunda parte cubre el lapso de tiempo hasta nuestros días.

Trabucco trabajará en la próxima producción de Miguel Littín, que tiene como nombre tentativo Tu nombre me sabe a hierba, y cuenta el último día de Salvador Allende cuando fue asesinado en el palacio de gobierno de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973.

Vamos a hacer una película que da cuenta de aquel día desde las 5 de la mañana hasta la muerte del presidente, todo lo que ocurrió dentro el palacio. Es una historia que no se conoce. Hay testimonios pero no registros. Reconstruiremos ese momento histórico para recuperar esa imagen de Allende que es justamente aquella que de alguna manera inspiró los proyectos ecuatoriano, boliviano y el venezolano de un cambio social profundo por la vía electoral y que tiene en Allende una asociación muy interesante, por el golpe que dieron contra el presidente Chávez y el intento que ocurrió recientemente en Ecuador. Todo eso revela que es imperante que ese hecho histórico se dá a conocer en una película sólida y potente como la que puede hacer Miguel (Littín)”, aclaró el productor.

En cuanto al cine venezolano, el chileno apunta un sensible crecimiento en los aspectos técnicos, un cambio positivo en la manera de contar las historias y cambios en la forma de abordar los temas que se tratan.

Creo que hay avances sustantivos en la fotografía que he visto en algunas películas, un tratamiento de la imagen con mayor rigor. Todavía pienso que el control del color en los países con mucho sol cuesta mucho conseguirlo, por lo general siempre hay una fotografía demasiado colorida que hace perder el matiz de las obras. Sin embargo hoy día parece que hay más control, quizás porque el hecho de que están usando mucho el formato HD, y ofrece mayor posibilidad de controlar el color. Se ve que se está creando una conciencia del tema de la fotografía, más allá de la exposiciones. El sonido ha mejorado notablemente; hay un mejor tratamiento del sonido, se cuentan mejor las historias, en fin ha habido un avance sustancial”, afirma.

El caso de la película Hermano, considera que hay un giro en el tema de la pobreza, el desamparo de los sectores populares y la violencia. Opina que, como lo muestra la película de Rasquin, de esas zonas deprimidas pueden surgir muchas historias que contribuyen a rescatar valores ciudadanos.

― ¿Que opinión le merece la experiencia de las salas comunitarias en Venezuela?

Lo veo como una cosa muy positiva, porque dentro de poco la distribución en cine con el formato 35 milímetros va a ser un gasto absurdo. Muchos realizadores van a poder terminar en HD sin necesidad de aspirar a la cinta de 35 milímetros, que representa unos 120, 150 mil dólares más que es mucho dinero para nuestro cine. Entonces creo que una de las grandes cosas que se está haciendo bien acá y es una de las grandes ideas que hay que copiar.

― ¿Por qué cree que iniciativas como ésta no surgieron antes?

Primero porque no existían las facilidades técnicas y era muy caro construir salas con proyección 35 milímetros. Hoy es más fácil distribuir cine a través de equipos más económicos. Pero también es un problema de voluntad política, de criterio. También es un error político nuestro, los cineastas trabajamos por lograr las grandes pantallas y andamos obsesionados con la cuota de pantalla y exigirle a los distribuidores, sin pensar en mercados alternativos, ahí nos equivocamos. Y perdimos la televisión, la abandonamos, la dejamos en manos de otra gente, mirándola como que era una cosa de segunda y eso fue un error político que cometimos los cineastas desde los sesenta. Fue un error dramático, cultural, quizás por una mirada de autosuficiencia. Fue una estupidez, aunque también ha estado en manos de grandes consorcios que no han dejado muchos espacios.

―¿Cómo ve el hecho de que el año que viene se realizará un primer congreso de cineastas de la región en Venezuela?

El proyecto es muy interesante, siempre y cuando se hagan previamente, en cada país, discusiones para traer ponencias preparadas, que no se venga a improvisar. Los grandes temas a debatir deberíamos plantearlos unos ocho meses antes de que el congreso se realice. Que no vengamos acá a la misma lloriquería y contar la misma cosa. No me estoy quejando, así hemos avanzado mucho con encuentros y esa cosa voluntariosa y perseverante del cine. Esos encuentros han permitido la creación de las leyes de cine en nuestros países, por ejemplo. Somos como un porfía’o, nos pegan y nos levantamos siempre. Se reprimió, se mató, se encarceló y aquí estamos paraditos todavía.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Héctor Rattia