La araña feminista|Sexo, Universidad y política pública (Opinión)

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La etapa universitaria implica diversos retos para la vida. En ella, conocemos la complejidad de la realidad, tomamos decisiones de manera más autónoma y construimos el marco ético, estético y político de nuestra individualidad. Se problematizan los aprendizajes adquiridos durante la adolescencia y se intensifican las experiencias. Como parte de ese descubrir-reafirmar-transformar, aparece el tema de la sexualidad, el cual suele ser ignorado, mal abordado o subestimado por la mayoría de las instituciones educativas.

En mi tránsito por la UCV, recuerdo haber visto campañas dirigidas al tema sexual, que apuntaban a visibilizar las enfermedades asociadas al coito: VIH, sífilis, VPH, etc, con cifras alarmantes de transmisión y promoviendo el uso de preservativos (o condón) como forma de “protección” (y casi casi, la inhibición del acto sexual como medida preventiva…).

En ningún espacio institucional logré encontrar quién abordara el sexo de manera saludable, sana, placentera, que invitara a asumirlo sin tapujos, en libertad, y desde ahí asociarlo a las responsabilidades que el mismo conlleva, que van desde la formación para conocer los diversos métodos de protección, hasta la atención cariñosa, solidaria en los casos de quienes deciden o asumen traer un nuevo ser a este mundo.

Las Oficinas de Bienestar Estudiantil solo se sientan a esperar que le lleguen los “casos” para ser atendidos desde las lógicas formales, cargadas de la moral católico-burguesa y que llevan a las y los jóvenes a sentir hasta culpa por haber decidido iniciar su vida sexual en -por supuesto- “el momento no adecuado”.

La pasividad de esta institución hace que a ella solo acuda quien ya tiene algún “problema” (ETS o embarazo), por lo que el “Bienestar” queda reducido a un intento de orientación para “corregir la pata metida”.

Ahora bien, siendo la Universidad tradicional parte del Estado burgués ¿es esto casual? No, y por ello no esperamos aborde el tema de manera liberadora y revolucionaria.

Toca pues a nuestras instituciones: Ministerios del Poder Popular para la Educación Universitaria, Juventud, Mujer, Cultura y Comunicación y a nuestras universidades -por nombrar algunos- dar el ejemplo y afrontar éste y otros temas que afectan seriamente el desempeño saludable de nuestra juventud.

Creación de políticas públicas dirigidas a transformar la visión laceradora y patriarcal del sexo es dar un paso al frente hacia el buen vivir.

Conectar el tema con sus implicaciones familiares, económicas, estéticas y políticas es un reto vital de nuestro socialismo feminista del siglo XXI.

T/ Osly Hernández (Colectivo Social SURCO)
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