Protagoniza El silencio de las tortugas, una de las piezas más aplaudidas en el Microteatro Venezuela|Sheila Monterola: “A mí todo se me da, pero me cuesta el doble”

Pasa apenas los 30 años, pero se ha dado el lujo de haber estudiado con el siempre recordado Horacio Peterson y tener directores como Dairo Piñeres, Diego Rísquez y otros no menos famosos. Sin embargo, Sheila Monterola  es de las que quiere seguir creciendo en el mundo de la actuación, “porque no me las sé todas y el día que me las sepa todas, me retiro porque no hay retos”.

Actualmente protagoniza el monólogo de quince minutos El silencio de las tortugas, escrito por Lucía Laragione y dirigida por Carlos Cruz, que se presentará hasta el domingo en el Microteatro Venezuela, que se efectúa hasta este fin de semana en el Urban Couplé del CCCT, en Caracas.

La pieza que sorprenderá a más de uno, se destaca entre las 28 propuestas de esta cartelera. El Correo del Orinoco conversó con Monterola, quien habló sobre el mundo de las artes escénicas.

– ¿Cuál es la mayor diferencia entre hacer una obra normal y una de quince minutos?

– El cansancio físico indudablemente. Aunque es el mismo proceso y hay un trabajo de mesa, pero particularmente es uno de los papeles que más beneficios y más modificaciones para bien como actriz me ha ayudado en mi carrera. Además, es mi primer monólogo, porque he realizado otros pero dentro de una obra normal. El proceso, creo, es más intenso que una obra larga y con elenco, que si bien es cierto tienes un apoyo de otros compañeros, aquí estoy solita y no tengo “cover” (suplente), pero el proceso es el mismo: un trabajo de mesa profundo y arduo, pero como digo lo más difícil es el cansancio físico. Otra diferencia está en el tiempo que tengo para contar la historia.

– ¿Te sientes en capacidad de dirigir a tus 31 años?

–  He realizado dirección de actores y castings, pero ser directora, directora no me llama la atención, por ahora. Creo que tendría que prepararme mucho, pero a mi no me gusta la dirección, me fascina la dirección de actores. De hecho, cuando participé en la película Reverón, el director Diego Rísquez me propuso como regalo de cumpleaños una beca de cine y buscamos. Sin embargo, la dirección de actores y de casting no estaba como carrera, sino que eran parte de la dirección. He dirigido poquito en algunas escenas y cuando dicto talleres de montaje, pero al final busco a alguien que me dirija el montaje final.

– ¿Es esencial la dirección de actores en cualquier faceta de las escenas?

– Creo que es súper esencial. Acabo de terminar El malquerido, que es una película y serví de coach del protagonista (Chino)Miranda y de otros actores, que me pedían que los ayudara en las escenas. Sin embargo, yo nunca he tenido coach de actuación, pero no importaría que me pusieran un coach (risas). Cónchale, es una dualidad vivida, porque si hay un sitio donde me siento segura es en el escenario, en un set, pero también es el sitio donde me siento vulnerable, entro en dudas. Es una cosa buena y mala, porque he corrido con la suerte de que los directores confían mucho en mi y piensan que no necesito dirección, pero no es así y les digo que por lo menos me hagan una seña en una escena. Yo no me las sé todas, y el día que me las sepa todas, me retiro porque no hay retos.

¿Cuál es el director que más te ha moldeado?

– Carlos Cruz. Le dije: “Tú me modificastes a mí”. He tenido unos directorazos, pero siento que este señor Carlos Cruz me modificó como actriz. Después de cada función que realizamos escucho sus comentarios y corrijo. Todavía estamos corrigiendo. Y soy de las personas que una vez que termina la temporada me digo, que si una vez vuelven a remontar una obra, me iría por acá o por allá. Me gusta mejorar. Y recuerda que cada función es distinta.

–  Una actriz reconocida en el teatro, pero que es más reconocida en la calle por su participación en la televisión. ¿No es una contradicción?

– Son dos cosas distintas. Tengo un público que me reconoce por el teatro, el cine, pero es indudable que la televisión tiene más penetración. Aparte de Misión Emilio, por Televén y que es comedia,  realicé la serie policíaca Los secretos de Lucía, para Venevisión Plus. Muchos me dijeron: “No sabía que eras comediante”. Y les respondía siempre que soy actriz y esta es una rama de la actuación. Y no me decido por una exclusivamente porque sería fatal. Me encanta tanto la comedia como el drama. Creo que hasta ahora me va muy bien en los dos. Eso sí, me encanta la comedia inteligente. Sin embargo, los pocos proyectos que he realizado en televisión es porque quiero probar. Saber cómo es esto. Eso sí, debes reconocer la diferencia entre ser popular y en ser reconocido.

– ¿Qué papeles te llaman la atención?

– Me gustaría hacer un trasvesti en el cine, aunque ya lo hice en el teatro, por todo lo que me va a exigir como trabajo de mesa, como investigación, como transformación, porque es una vida ajena a mi. No soy gay pero me gustaría una cosa muy cruda. También me gustaría hacer el papel de una persona impedida o una persona perturbada mentalmente. Me encantan las cosas que sean antítesis a mí. Es lo bonito. Lo que le recomiendo a las nuevas generaciones es preparación. Mejor dicho, no se los recomendaría se los exigiría. Y no solo a los que comienzan, sino a los que tienen media carrera o los que supuestamente la tienen completa, porque esta carrera no tiene fin.

– En fin ¿Por qué actúas?

– Desde que nací, abrí los ojos, he estado clara en dos puntos: quiero ser actriz y quiero ser madre. Ya hice lo primero, sobre todo en un país latino como Venezuela donde todo el mundo tiene que ser rubio… tu dirás. A mi todo se me da, pero me cuesta el doble. Supe hacer de mi color mi espada. Yo marco la diferencia.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Héctor Rattia
Caracas