En los últimos días, debido a nuevas filtraciones del exingeniero de la NSA de Estados Unidos, Edward Snowden, en relación al espionaje de una treintena de jefes de Estado, ha hecho parecer que el tema Siria ha quedado en un punto muerto.
Lo cierto es que, a pesar de que las sangrientas monarquías del golfo –Arabia Saudita, Omán, Qatar, Bahrein- continúan financiando junto a Israel y Estados Unidos a miles de terroristas para desestabilizar al Gobierno soberano de Siria, éste, liderado por su altamente popular presidente Bashar al Assad, continúa resistiendo e incluso tomando posiciones militares.
Esta situación ya ocurre desde hace meses y fue la razón por la cual los aliados de EEUU se inventaron la excusa de una intervención militar directa, alegando que el Gobierno sirio usaba armamento químico.
Ahora bien, diplomáticamente, se sabe que se planea la celebración de la Conferencia Ginebra II, la cual estaría destinada a convocar a una serie de países para determinar el futuro de ese conflicto que ya ha generado miles de muertos y desplazados.
Por consiguiente lo que veremos en los próximos días es una arremetida salvaje de las fuerzas terroristas, con la finalidad de llegar a la Conferencia con mejores posiciones de fuerza para negociar y presionar por la salida de Al Assad.
El Gobierno sirio debería solicitar un compromiso escrito del enviado de la ONU, Lakhdar Brahimi, de que la salida de Al Assad no es un prerrequisito para llevar a cabo la cumbre.
Además, Líbano debería seguir presionando para que Irán esté presente en la cumbre y así junto a China y Rusia, generar una balanza ante la presencia de países como Turquía, Reino Unido, Francia y EEUU.