Por Aníbal Castillo Pantaleón|Sobre la monarquía Saudí (Opinión)

En medio de la complicada geopolítica actual, la monarquía saudí juega un papel bastante incomprendido, pues el público desconocedor relaciona a este gobierno como símbolo inequívoco de la religión musulmana, ya que este gobierno posee la jurisdicción de dos de las ciudades más importantes para el Islam: Meca y Medina.

Sería lógico entonces identificar al gobierno saudí como el más comprometido con las causas genuinamente islámicas. ¿Es esto cierto?

Por desgracia, lo que idealistamente debería ser tan obvio dista mucho de la realidad.

La sola mención al sistema de gobierno de Arabia Saudita (monarquía) representa un vulgar oxímoron, pues tanto el Sagrado Corán como muchos hadices prohíben terminantemente los sistemas de gobierno monárquicos. Eso sin mencionar las oscuras raíces de la conformación de este país.

Por otro lado, la conducta asumida por este gobierno autodenominado islámico, en temas de solidaridad con sus hermanos árabes y musulmanes, ha dejado un tendal enorme de decepciones en los musulmanes de cualquier rama al ver cómo los príncipes de esta nación no sólo se han hecho la vista gorda en incontables oportunidades ante el flagrante genocidio que sufre el pueblo palestino, sino que además han proporcionado el financiamiento para grupos paramilitares que buscan facilitarle el trabajo a Estados Unidos y al sionismo, así como enlodar el nombre del Islam como lo hace el grupo criminal EIIL (Estado Islámico para Irak y el Levante).

La reciente sentencia a muerte dictada por la nación saudí sobre el ayatola de confesión chiíta Nimr Baqir Al-Nimr, como medida de retaliación ante cualquier crítica o denuncia contra su sistema, coincide con la negativa de esta monarquía a convocar una reunión extraordinaria de la OPEP, solicitada por Venezuela, en la que se pueda enfrentar la repentina baja de los precios del petróleo.

Los vínculos de la monarquía árabe con el imperialismo, sumados a esta conducta indiferente en la OPEP, hacen evidentes sus intenciones: torpedear los precios del hidrocarburo con el objeto de golpear las economías de los países petroleros que se oponen a las políticas imperialistas, a saber: Rusia, Venezuela e Irán.

Esta conducta ubica a la monarquía saudita no sólo como una fuerza fratricida, enemiga de sus hermanos musulmanes, productores de petróleo en Medio Oriente, sino como una cómplice descarada de las políticas de EEUU en contra de Venezuela.

El pasado sábado 25 de octubre comenzó el sagrado mes islámico de Muharram, durante el cual muchos musulmanes en el mundo conmemoran el martirio del Imam Hussein (nieto de Mahoma) en la masacre de Karbalá, en el año 680 d.C.

¿Qué relación guardará este hecho histórico con la postura pro-sionista y pro-imperialista que asume la monarquía saudita en la geopolítica actual? Que nuestros agudos lectores saquen sus propias conclusiones.

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