De la serie “Los Caprichos” de Francisco de Goya, uno de los grabados más conocidos es aquel que lleva por título “El sueño de la razón produce monstruos”.
Bueno, sin ir más lejos, pero 200 años después, aquí tenemos a los monstruos del fascismo siempre acechando, aleteando a nuestro alrededor, amenazantes.
Monstruos omnipresentes que la oposición cultiva sin vergüenza en el lodazal de sus empresas de comunicación.
Aquellos del terror, de la mentira y el engaño, del odio, de la inmoralidad, del egoísmo y del racismo. El monstruo horrendo que significa su gran desprecio por el pueblo. El de los valores sociales que se diluyen. El de la compra-venta de cualquier principio de humanidad. Y sobre todo el megamonstruo de su proyecto regresivo.
De tal modo que ahora que ya entramos en un periodo muy marcado por las elecciones de diciembre, y viendo como esa derecha va desplegando sus envenenadas seducciones, a uno le provoca decir (por analogía): “el sueño de la oposición produce monstruos”.
Porque su sueño no es un sueño reparador, ni una ilusión de las que dan aliento y esperanza, sino simplemente una pesadilla, un desvarío ofuscador que le hace daño a la Patria.
Pues esta oposición, la que existe, tan obsesionada con la vuelta al poder político, es prisionera de su propia demencia. Y busca enajenarnos a todos nosotros, trabajando mediáticamente para ello.
En verdad, ya uno quisiera tener opositores, no digamos civilizados, sino al menos, un poco más normalitos que los que tenemos. Pero tal cosa es imposible. Con sus antecedentes, con sus influencias y conexiones neoliberales, con sus arraigos en la derecha internacional y compromisos con el imperio, nada se puede esperar de ellos sino esa colección espeluznante de espantos.
Y si a ello le sumamos la carga infame de sus negocios e intereses, lo que resulta es un engendro infernal. Tal como para llamar a un exorcista. ¡Vade retro, Satanás!
Caracas