El presidente interino de Brasil, Michel Temer, admitió este miércoles que las condiciones en las que se encuentran la mayoría de los presos son inhumanas.
Temer guardó silencio por tres días tras el motín que dejó 56 muertos y provocó la fuga de más de 150 internos de la cárcel Anísio Jobim en Manaos, ciudad de Brasil.
La superpoblación de las cárceles en Brasil está en el centro del debate público desde hace días luego del hecho ocurrido en Manaos, la solución que ofreció Temer fue el Plan Nacional de Seguridad y la construcción de al menos un centro penitenciario en cada estado brasileño.
Temer confesó sentirse «sorprendido» al conocer sobre grupos del narcotráfico que controlan las cárceles de Manaos y Roraima.
La rebelión en el Complejo Penitenciario Anisio Jobim (Compaj) de Manaos, se desató el pasado domingo primero de enero, tras un choque entre los grupos criminales el Primer Comando de la Capital (PCC), originario de Sao Paulo y el grupo local Familia del Norte (FDN).