Psique y sociedad|La trampa de los estereotipos (Temática)

Somos testigos a diario de enfrentamientos entre todos los miembros de la sociedad por diversas razones, desde pertenecer a un grupo, a un equipo deportivo, a un partido político, una nacionalidad o simplemente por ser mujer u hombre. Lamentablemente hemos crecido con muchas ideas preconcebidas y con creencias altamente limitantes que nos han dividido y colocado en una situación de competencia constante que en lugar de sumar esfuerzos nos hace vivir de manera hostil y despiadada. Algunos hablan de que así es la naturaleza humana, un determinismo que nos atrapa y nos limita al punto de creer que no hay salida ni escapatoria posible. “Así es el mundo, no hay nada que hacer” y así vamos como ciegos, creyendo en todo lo que nos dicen sin atrevernos a cuestionar lo que hay mas allá, incluyendo el hecho de que por nacer con un determinado sexo, tendrás que vivir el resto de tu existencia de determinada manera. Es así como funcionan los famosos estereotipos sociales, que no son mas que un proceso básico de categorización que sirve para comprender y estructurar el medio que nos rodea, todo con el objeto de simplificar la complejidad de la realidad.

Sin embargo, este proceso de categorización puede ser muy perverso, llegando a mantener un sistema de valores impuestos en una cultura particular, así como al mantenimiento de ideologías de ciertos grupos. Los estereotipos pueden ser demasiado rígidos y resistentes al cambio, aunque no sean comprobados, son peligrosos porque apelan incluso a lo emocional. Son consensuados y compartidos, cumpliendo así una función de control social escalofriante.

FRONTERAS DISUELTAS

Al tratar de clasificarnos y enmarcarnos en un grupo o causa, caemos todos en la misma trampa y terminamos haciendo lo mismo que tanto criticamos: en la sobresimplificación y en el prejuicio hacia el otro. Al tratar de ubicarnos en polos opuestos, terminamos tocándonos en un continuum, que es la vida misma. Así como el día sigue a la noche, una estación a otra, todo es un ciclo. Pero hay puntos en los cuales las fronteras se disuelven y no sabemos dónde comienza uno y dónde termina el otro.

En medio de dos posiciones opuestas hay muchas tonalidades y versiones, no podemos pretender simplificar el mundo de esta manera tan arbitraria por mas que sea cómodo o mejor digamos conveniente. El mundo es mucho mas complejo que ser blanco o negro, mujer u hombre, es todo lo que hay en medio: homosexualidad, intersexualidad, pansexualidad, mujeres que le gustan los deportes extremos, hombres que son felices en el hogar, conservadores, progresistas. Simplificar la realidad es un hecho violento; es incluso un concepto fascista, con el cual pretendemos destruir y negar al otro.

LO NORMATIVO, EL YO Y LA SOCIEDAD

Vivimos atrapados en una sociedad que argumenta un sistema de dos géneros que no es innato ni universal, una heteronormatividad que nos enferma. Aunque sea un hecho poco conocido, hay grupos sociales en los que ha existido mas de un género. Conceptos como machismo, feminismo, patriarcado, matriarcado, nos abruman y nosotros en medio. Por supuesto que tienen una gran trascendencia todos los logros que se han obtenido a través de tales luchas, pero lo importante es no quedarse una vez mas en el reduccionismo.

Estamos de acuerdo en que eres mujer porque eres capaz de concebir y tienes unas características físicas, es un hecho expresado por la biología, pero que no te determina como individuo. Es mas, hoy día hay hombres que desean hacerse implantes de útero para experimentar la maternidad.

Recordemos que no todo es tan simple. La lógica no puede ser solo de ceros y unos. Recordemos que casi todas las dualidades entre las cuales nos movemos son solo simbólicas. Pertenecen al mundo de las clasificaciones que datan de miles de años, que hoy en día pueden resultar incluso vetustas y fuera de época. Las mismas se aprenden a través del proceso de socialización y son arbitrarias. Por mas que sean estructuras rígidas, las mismas pueden evolucionar.

Hoy asistimos a un escenario mas elaborado, variado, que rompe esquemas y barreras y abre nuestras mentes que siempre han permanecido cerradas gracias a la alienación, al sometimiento de las masas. Son atajos que creamos para hacer el mundo mas comprensible, pero que niega la variedad.

Es por eso que abogamos por una visión de género amplia y rica, en un mundo diverso y complejo. Integremos todos los conceptos e ideas de forma sana y equilibrada en nuestra psique. Tenemos el derecho a experimentar la vida en toda su extensión en riqueza, sin limitaciones, como individuos únicos e irrepetibles. Desde visiones progresistas se viene defendiendo la posibilidad de que las personas decidan qué papel o rol social quieren representar, y que no estén determinados solamente por sus características sexuales. Es necesario mantener la mente abierta, ser mas flexibles y cónsonos con los nuevos tiempos que se viven.

Si estás interesado en estos temas, puedes escribirnos, actualmente estamos haciendo talleres vivenciales en estas áreas así como en nuestras terapias.

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La otredad y su negación

El re-conocimiento del otro es uno de las cosas que priva en la construcción de un ser social solidario, libre, liberador, revolucionario. El fascismo se sustenta, como ideología, en la anulación del otro. El nacionalismo mal entendido, que fue el aliento inicial para el nazismo alemán, parte del concepto de pureza de raza.

La construcción social de estereotipos apunta justamente a impulsar procesos de identificación que determinan una “guetificación” social; es decir, la pertenencia a un guetto genera criterios de exclusividad.

El capitalismo promueve de manera clara la generación de grupos sociales, de una percepción darwiniana, en la que los aptos son los que imponen su modo de vida.

El concepto de superioridad social ha tenido en Venezuela una vigencia determinante en la conformación de nuestros modos de vida, de nuestras condiciones de habitabilidad y, por supuesto, en nuestras conductas, aunque esto no sea un elemento totalizador, vale decir: no todos nos regimos desde la estereotipia determinada por el sistema dominante, sí se hace visible en la configuración de nuestra sociedad.

Es así que, cuando aplicamos un estereotipo, lo que estamos haciendo es usar las expectativas previas y creencias que tenemos sobre esa persona o grupo, de esta manera, simplificamos o exageramos sus rasgos.

Así, por ejemplo, tenemos el caso de la señora de “sociedad” que se refiere a las de otro grupo como “sucias y desarregladas”, y a su vez éstas responden diciéndoles que es “estirada y teñida”, aunque cada una tiene la libertad para escoger cómo mantener su aspecto físico (apartando la discusión sobre el concepto de belleza como imposición sociocultural).

No es el deseo de ser bella lo que está mal, dicen, sino la obligación de serlo. No olvidemos que los conceptos de belleza y moda dependen de la cultura. Lo que en una sociedad y contexto histórico se considera como femenino, podría no considerarse como tal en otra.

También encontramos al grupo que critica y rechaza que las niñas se identifiquen con los personajes de películas tales como princesas, pero igualmente intentan proponer otros modelos que terminan por constituirse en otro tipo de estereotipos tales como pintoras, escritoras o artistas que quizá no son los modelos que una niña quiera seguir.

Es aquí donde entramos en un tema realmente polémico como es el de los conceptos de feminidad y masculinidad. Ambos aprendidos y que generan tantos debates y llevan a tantas neurosis.

Kenia Lugo de Contreras y Ramón Alirio Contreras
keniakali@gmail.com
I/Edgar Vargas
Caracas