Juan Pedro Cámara y Jesús Torrilliva publicaron un estudio sobre la música electrónica popular de Caracas|Tuky “es una forma de ser joven en Venezuela”

Los periodistas Juan Pedro Cámara y Jesús Torrilliva acaban de publicar lo que se considera la primera investigación sobre la música electrónica popular nacida en Caracas, y que se convirtió en toda una manifestación popular de la juventud venezolana, bajo el título El bravo tuky.

Con el sello Libros Lugar Común, el texto presenta el trabajo de grado de los autores para graduarse como comunicadores sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en 2013. No obstante, el estudio trata sobre acontecimientos de la escena musical capitalina que se gestaron una década antes del estudio.

Juan Pedro Cámara reside actualmente en la ciudad de Nueva York, donde cursa Fashion Studies en la Parsons School of Design. Jesús Torrivilla se desempeña como docente de la UCAB y conversó con el Correo del Orinoco sobre su primer libro.

-¿Cómo comenzó esta investigación?

-Comenzó con las fiestas del colectivo Abstractor, que se fundó en 2011, con Francisco Mejía y Carlos Mayoral, dos Dj’s, que querían rescatar o encontrar qué había sucedido con la música en este país, que está en el inconsciente, que se baila en las fiestas, pero que no se sabía quién la había hecho, si eran de un DJ venezolano, si era de afuera, porque los temas circulan por copia. El hermano de Francisco trabajaba en Petare y comenzó a preguntar quién era el mejor DJ de Petare. Unánimemente, la gente decía que Yirvin era el mejor. Entrevisté a Yirvin y me enteré de todo este movimiento del raptor house, de la changa tuky. De la entrevista pensé que podía salir un reportaje, una historia para un libro. Como justamente estaba estudiando, lo presenté como proyecto de investigación y a Juan Pedro (Cámara) le encantó el tema, y se puso a investigar conmigo. De un Dj que tenía grandes temas, que era muy reconocido en Petare, se dio un movimiento enorme que conquistó a Caracas.

-¿Es solo un movimiento de Caracas?

-Tuvo su génesis en la capital, sin duda. El raptor house como género, tiene sus antecedentes en Luis Rafael el “Mago”, un DJ de La Guaira, que después de la movida de la minitecas y de los waperó, de la década de los noventa, comenzó a producir temas de raptor, con velocidad de 140 bits por minutos, con sintetizadores diferentes. Los temas los sacó DJ Baba, de Propatria, que fue quien bautizó esta música con el nombre de raptor house a la changa tuky. Después se unieron en un colectivo de raptor house, en 2005, y a la cabeza estaban Baba y Yirvin y en 2006 se disolvieron. De ahí, Yirvin comenzó a hacer hard fusion, una especie de raptor house más ácido. Aunque decimos que es caraqueño se bailó en todo el país.

-¿Tuky es solo una expresión musical y de baile?

-El tuky es el nombre con el que se popularizó toda esta manifestación cultural musical que incluye una estética, un baile y unas canciones, pero su música se denomina raptor house. Un Dj, Biako, grabó un disco de changa, mezclas y tuky, que fue cuando se registró por primera vez ese nombre. Tuky es una onomatopeya de golpe de la changa, y se comenzó a conocer todo por ese nombre: a los bailarines, al género, a la changa en general y a una forma de vestirse.

-¿Cómo describe usted a esta manifestación de raptor house, tuky?

-El término que utilizamos en la investigación fue manifestación cultural musical, que es un término general que nos permite incluir tanto al género musical, como a los grupos de baile, a su estética.

-¿Qué caracteriza esa estética?

-No nos gusta hacer una descripción estereotipada de los tuky. Genealógicamente esto comienza con los waperó y los jordan, y en esta época comenzaron a vestirse con pantalones chupitos (pegados), con gorras -un símbolo clave para los bailarines-, las camisas de colores y lentes de pasta coloridos. Sin embargo, no comparto una caracterización cerrada o tajante al respecto, más bien hablo de una forma de ser joven en Venezuela, de modas que estaban en el ruedo.

-¿Ya no está de moda el tuky?

-Ahora hay bastantes grupos de baile. El grupo de Elberth el Maestro, que sale en el libro, se mantiene y hace giras por todo el país, así que hay todavía tukys y ellos quieren resemantizar este término para que no sea un insulto, sino que sea un rasgo identitario, que les enorgullezca. La moda va cambiando y ahora se visten con otras camisas, otras cosas, pero sigue existiendo lo tukys, gente que se identifica con ese género de baile y lo disfruta.

-¿Por qué tuky es un término que se concibe como negativo?

-Eso viene porque se popularizó a partir del famoso video “Petare Vs. Cotiza”, que está en Youtube y que es uno de los primeros que da conocimiento público a esta manifestación. Estos eran videos que ellos grababan para hacer competencias de baile y como se trata de un género que proviene de zonas populares, es electrónica popular venezolana, se comenzó a identificar con el malandro, con una clase social y comenzó a crecer el estereotipo. Por eso comenzó el prejuicio. Sin embargo, esta investigación partió de buscar la dimensión cultural de un movimiento que sin duda, tuvo sus malandros, pero que es más rico y complejo que la palabra peyorativa.

DE LAS ZONAS

-¿Y el movimiento se restringe solo a las zonas populares?

-George Yúdice, un sociólogo que está en Nueva York, dice que a partir del boombox, de la radio personal, la música de cada quien salió al espacio público, lo describe como cuando los negros en Nueva York llevan la música al espacio público, esa es la miniteca, la fiesta de la vecindad. Ahora con las medios digitales, esto se expande más rápido: se copian con discos, se pasan las canciones. Un movimiento que se creó en zonas populares, que creó Baba en Propatria, se expandió por todas partes, así las canciones tuky se escuchan en las urbanizaciones, en otros sectores y clases sociales. Además, las tomaron otros músicos para mezclarlas, hacer remixes y samplearlas.

-¿Esta manifestación se mantiene como subterránea?

-Sin duda, esta manifestación estuvo marginalizada tanto en sectores de gusto como de consumo, una música que no encontró su lugar en las radios, que no encontró manera de distribuirse formalmente, y que circuló en quemados, copias o por los escuchas pidiéndole directamente al Djel tema. Esto habla de una marginalización.

-¿Qué van a encontrar las lectoras y los lectores en El bravo tuky?

-La primera parte, trata de explicar por qué los tukys son herederos de las vanguardias del siglo XX, que permitieron que existiera la música electrónica: que tuvo que suceder la vanguardia átona, La Consagración de la Primera, de Stravinsky, para que la música cambiara y se pudiera hacer música con el ruido, con las máquinas, que escucháramos por primera vez a las máquinas y no un chelo. Tuvo que ocurrir la computadora personal. Desde un primer momento esta música de las máquinas fue orientada a los jóvenes, a los oídos más frescos, ahí explicamos esta relación.

“Después tenemos una explicación de todo el movimiento tuky, de cómo surgió el género, de sus orígenes en el movimiento minitiquero, con una entrevista al Mago de La Guaira, cómo lo retoma el colectivo Abstractor y comienzan a hacer temas, mezclas. Y un cierre, con la narración de un matiné, después de que se prohibieron. Fue un matiné al que se invitó a un Dj de afuera, Joao, de Buraka Som Sistema, en el que reconoce y habla de qué escucha y valora del género tuky, habla de una forma de ser joven, de una forma de vivir la ciudad, de vivir Caracas en el siglo XX”, agregó Jesús Torrivilla.

-¿Usted escucha raptor house?

-Sin duda. Yo, para no hablar por Juan Pedro (Cámara),  defendemos un periodismo que parte de una posición honesta y esto, como investigador, nunca estuvo alejado sino que fue para disfrutarlo, escucharlo, verlo y de esa forma contárselo a los demás. Al principio, eran unos temas que disfrutábamos como un placer culposo, y que ese placer, en el fondo, revelaba una manifestación enorme y valiosa.

-¿Cuáles son los temas más populares, los más sonados?

-Probablemente, “Pan con mortadela”, de Yirvin; “Baila”, de Baba; “Petare”, de Yirvin. Está una palabra que se popularizó en las fiestas que era “tómalo, tómalo, tómalo…” también de Yirvin, de su canción “El Petarazo”. “La samba de los conejos” y “Mételo, sácalo pa´la canoa”, ambas de Baba.

-¿Hay edades muy definidas en los grupos alrededor del tuky?

-El grupo principal que bailó y protagonizó el movimiento, estaba formado por menores de edad, que estaban concentrados en los matiné, en el eje de Sabana Grande, Chacaíto y plaza Venezuela. Estas fiestas eran en las tardes, hasta la noche, y no podían entrar a las discotecas porque no habían cumplido la mayoría de edad. Los principales bailarines tuky tenían 11, 12 años cuando comenzó la manifestación, ahora tienen más de 20 años, algunos bailan otros no.

-¿El movimiento tuky sucedió solo en Venezuela o hay registros similares en otros países de la región?

-Es un fenómeno en todos los países. Se parece al kuduro, en Angola; que lo mezcló y popularizó la banda Buraka som sistema. En Chicago pasó con el juke, en Brasil pasó con el passinho y con el funk, en Colombia con la champeta, todos estos movimientos tienen características parecidas, y se inscriben en un momento específico de la música, en el que la tecnología le permite a cualquiera con recursos mínimos producir sus propios temas.

T/ Várvara Rangel Hill
F/ Girman Bracamonte