Turismo responsable: Ocho actividades turísticas que no respetan la vida salvaje de los animales

Pese a la creciente concienciación con respecto al bienestar animal, todavía abundan los reclamos turísticos en diversos países que intentan seducir al viajero con atractivas experiencias con animales. Aunque no todas ellas son directamente perjudiciales para ellos, la explotación de animales con fines lucrativos que, además, esconde prácticas ilegales y/o de maltrato animal, sigue siendo un hecho.

Como viajeros, nuestro deber es no participar de este negocio de forma que deje ser rentable y, con el tiempo, desaparezca. Si tú también estás concienciado acerca del bienestar animal, no dejes de revisar esta recopilación de ocho experiencias con animales que debes evitar en tus viajes.

Visitar un santuario de tigres

La realidad de estos grandes felinos es que solo se sienten completos estando en libertad. Teniendo en cuenta que cualquier tigre amaestrado ya está fuera de su hábitat natural, cualquier actividad que incluya el avistamiento de tigres en espacios cercados debe ser evitada.

En algunos países como es el caso de Tailandia existen centros o “santuarios” en los que podemos interactuar con tigres. No obstante, esta actividad que busca ante todo un beneficio económico, puede tener efectos perniciosos como señala este artículo del naturalista Eugenio Fernández: nos hacen creer que estos felinos son menos peligrosos de lo que realmente son cuando se trata de uno de los depredadores más letales del reino animal.

Montar en un elefante

 

Tal y como sucede con los tigres, también existen “santuarios” de elefantes en los que es posible verlos en entornos controlados. Pero detrás de estas actividades se esconde un negocio que, en muchos casos, separa a las crías de su familia tal y como señala la ONG Elephant Family: cada año son capturadas entre 50 y 100 crías de elefante en Myanmar para nutrir a la industria turística.

Por lo tanto, la forma más responsable de conocer a los elefantes es el avistamiento de estos animales en entornos no controlados, en su hábitat natural, para lo que siempre deberemos confiar en guías y expertos profesionales.

Jugar con los ciervos de Miyajima

Japón está plagado de lugares inolvidables… y muy turísticos. Y es que los japoneses son grandes viajeros también por su propio país, como se puede ver en la isla de Miyajima, uno de los hitos turísticos más importantes en el sur de la isla de Honshu.

¿Y por qué siempre hay tanta gente en Miyajima? Por su celebérrimo torii rojo sobre el agua, por sus increíbles paisajes naturales… y por los ciervos. Esta isla es famosa por los ciervos que campan a sus anchas.

Acostumbrados a interactuar con humanos no tendrán problemas en acercarse a ti, pero para buscar comida, no porque les caigas bien o busquen una caricia. Pero nunca es una buena idea alimentar a un animal porque podrías alterar su dieta con productos para los que su organismo no está preparado.

Dar de comida o acercarse a animales

En línea con lo que hemos visto en Miyajima, debemos insistir en los efectos contraproducentes que tiene la alimentación de animales en cualquier entorno, ya sea en una ciudad o en un espacio natural. Para empezar, la alimentación de un animal puede causarle daños irreparables al no estar acostumbrado a la comida que tú le ofrezcas. No todos los animales comen cualquier cosa.

Por otro lado, alimentando animales podemos contribuir a desestabilizar el equilibrio de un ecosistema: si se convierte en hábito, las poblaciones de animales sobrealimentados se pueden desplegar sobre otros animales con los que comparten entorno, como puede suceder con los gatos.

Además, los animales “pierden el miedo” a los humanos (y viceversa) dándose situaciones negativas para ambos. Sin ir más lejos, en el Gran Cañón del Colorado, las autoridades han tenido que colocar carteles prohibiendo dar comida a ardillas, por las dolorosas mordeduras que han sufrido miles de visitantes… y que siguen recibiendo a pesar de los carteles.

Acudir a un espectáculo con monos

Tal vez lo hayamos visto en algún documental: varios monos, cuchillo en mano, actuando como si se tratara de una escena de acción protagonizada por humanos. Y es que diversos países se han especializado en la domesticación de animales para espectáculos circenses, siempre con fines lucrativos y en las que, a menudo, los animales padecen maltrato y situaciones humillantes.

Como con cualquier otro espectáculo circense que incluya animales, nuestro deber es evitarlo. No se trata tanto de ofenderse o de denunciar estas prácticas que en muchos países aún se perciben como completamente legítimas: la cuestión es que dejen de ser rentables, y solo así desparecerán si las leyes de dichos países no las prohíben primero.

Nadar con tiburones

Nadar con tiburones es una de las experiencias más demandadas por aquellos viajeros aficionados a las “emociones fuertes”. Sin embargo, esta actividad, no exenta de peligros, esconde a menudo una alteración del comportamiento y del ecosistema.

Mientras los ansiosos turistas esperan en sus jaulas, los tiburones son atraídos con carnada, cuyas consecuencias son imprevisibles, pudiendo provocar, además, una mayor agresividad de los tiburones con respecto a los seres humanos, al relacionar presencia de humanos con “comida fácil”.

En el caso del tiburón ballena, especie inofensiva para humanos, la situación es similar ya que muchos viajeros desean ver al pez más grande del océano en acción que es atraído con alimento que puede alterar su comportamiento.

Ver espectáculos de serpientes

Es una de las escenas más típicas de las películas clásicas ambientadas en países orientales, como si todo el mundo en Tailandia o en la India supiera “encantar” serpientes. Pero es lo que tienen los tópicos, como cuando para ambientar una escena en España ponen una corrida de toros.

A pesar de que, en la India, el “encantamiento” de serpientes se considera ilegal desde 1970, se sigue llevando a cabo en diversos lugares, sobre todo en comunidades rurales, como una forma de lucro para muchas personas. Pero también lo podemos ver mucho más cerca, en la propia Marruecos.

En la práctica, esta actividad ha provocado el descenso de la población de numerosas especies como las cobras o las víboras bufadoras. Y la realidad del “encantamiento” no tiene nada de magia: son serpientes en estado inanición que están luchando por supervivencia. Su comportamiento se debe al dolor y a la deshidratación. Además, a menudo se les ata la boca para que solo puedan sacar la lengua y no morder. Muchas de estas serpientes mueren pocos meses más tarde… siendo sustituidas por otras.

Nadar con delfines

 

No creemos que a estas alturas ya sea necesario recordar al viajero que no debe nadar con delfines, pero aún siguen existiendo centenas de negocios a nivel mundial que ofertan esta clase de experiencias con animales.

Al margen de lo más o menos ridículo de la situación, agarrarse a la aleta de un delfín no es agradable para el animal ni seguro para el ser humano. Y es que los delfines pueden contagiar diversas enfermedades a humanos además de provocar daños ya que es un animal de gran fortaleza, a pesar de su rostro aparentemente amable. Así que no, por tu propia seguridad y la de animal, evita nadar con delfines tanto en parques acuáticos como en aguas abiertas, no vaya a ser que un día los delfines digan “basta”.

F/Publico.es
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