Por Carolina Escarrá G.|Un año en una columna (Opinión)

Pasadas unas semanas y coincidido esta columna sabatina con los días 24 y 31 de diciembre, es inevitable hablar de la Navidad y del año 2016, así como de ciertos sucesos acaecidos en los últimos días del año que le dejaron su marca a ese viejo que pasó al horizonte del recuerdo, para dar pie a los misterios del año nuevo que ya ha comenzado a sorprendernos.

En primer lugar, una Navidad de paz con la luz encendida de la luna decembrina descrita por el maestro Otilio Galíndez, a pesar de que los actores de la guerra económica sostenida durante el 2016 continuaron con su estrategia ya implementada en el año 2002 de robarnos la alegría navideña; y la derecha internacional asestó la amenaza de la OTAN a la seguridad integral de la unión latinoamericana y caribeña como Zona de Paz, a través del modelo santanderiano del siglo XXI.

En relación con el 2016, fue año de profundas divisiones políticas como bloques históricos gramscianos y, sin embargo, se llegó al diálogo con la intermediación de la Unasur, el Vaticano y otros actores. También fue año de profundización de la guerra económica sostenida que nos afectó a todas y todos y que el presidente Nicolás Maduro definió como año de la resistencia, durante el que como pueblo venezolano demostramos de qué estamos hechos, y que estamos dispuestos a defender nuestra independencia y soberanía.

En el plano internacional, fue año de cosechar victorias: definitivamente hubo logros muy relevantes que tendrán consecuencias beneficiosas para continuar en la construcción de la Patria/Matria que soñamos.

Dichas victorias incluyen nuestro papel en instancias internacionales como la ONU, muy especialmente en el Consejo de Seguridad; la Unesco, la FAO y en la Comisión de Derechos Humanos en la que salimos airosos en el Examen Periódico Universal; la OPEP, en cuyo seno se logró un acuerdo histórico que regulará los precios del petróleo a un nivel justo; la misma OEA –a pesar de los esfuerzos de Luis Almagro– no se votó a favor de aplicar la Carta Democrática a Venezuela como antesala a una intervención militar obamista. Además del apoyo de los países de PetroCaribe, así como el reforzamiento de relaciones bilaterales importantes en el gran tablero geopolítico mundial.

No puedo obviar el Mercosur con otra historia en la que se demostró el poco talante diplomático de los países neoliberales del bloque, pero también se evidenció la dignidad de la República y de nuestros representantes.

Todo esto y mas fue el 2016, año de profundización de misiones, y desarrollo de otras que aun con sus fallas individuales, reconoce y apoya solidariamente al mas necesitado. Y podría seguir si el espacio lo permitiera pero es muy difícil caracterizar un año en una columna.

cescarragil@gmail.com