Por Ramón Alirio Contreras|Un futuro incierto (Opinión)

La historia de la humanidad ha estado signada por la violencia. Siglos tras siglos es el medio para alcanzar o controlar el poder. Mientras más “evolucionamos”, mas sofisticados son los medios con los que se expresa el horror. El sistema nos inocula a través de la industria cultural y dosifica la violencia como un hecho cotidiano. Desde niños, en los mismos programas infantiles, vemos como es común con la finalidad de que la normalicemos y forme parte de nuestras vidas.

Los niños crecen expuestos a situaciones que no deberían formar parte de su desarrollo. Muchos padres tampoco toman previsiones y no cuidan los contenidos que los mas pequeños ven en la televisión y en la internet, que no tienen ningún tipo de censura. También vemos como un hecho común los videojuegos llenos de violencia a los que adolescentes se fanatizan, al grado de evadirse de sus liceos para pasar horas “asesinando” en la ficción de estos juegos.

Así las cosas, vivimos inmersos en ambientes donde la violencia es dirigida, incluso, como un mecanismo de control de social. En los conflictos armados, los niños son víctimas recurrentes de ella. Terribles son las imágenes que nos llegan de los países en conflicto, asediados por las ambiciones de naciones poderosas, tal como sucede en Siria y Palestina.

Sin ir muy lejos, en nuestro país la violencia sigue latente en diversos órdenes. En el ámbito político, en los últimos años, ha estado en la agenda de algunos sectores del país. En 2014 muchos niños fueron víctimas, por ejemplo, de las guarimbas. Recientemente, algunas personas vinculadas a sectores políticos han vuelto a hacer llamados a generar zozobra, como si eso no afectara a todos los venezolanos por igual, especialmente a las niñas y los niños.

Es nuestro deber ofrecer a las nuevas generaciones un ambiente sano, libre de violencia. La ambición de algunos sectores políticos no puede ser excusa para llevarse por delante el futuro del país.

Todos debemos trabajar por el bienestar, si existen diferencias en nuestra concepción de la política, esas diferencias deberían servir para trabajar mas por el bien común, no para destruirnos entre nosotros mismos, generando caos y arrebatando a los niños su felicidad y estabilidad.

alirio.contreras@gmail.com