La presidenta de la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico (Codecyt), Gabriela Jiménez Ramírez, señaló ayer que en el país se dispone del laboratorio con la tecnología vegetal requerida para producir un millón de micro tubérculos de semillas papa prebásica.
Durante el año 2014, antes de instalar el citado laboratorio, “estábamos en un espacio de 40 metros cuadrados y llegamos a producir 441 mil micro tubérculos de semillas de papa”. En el 2015, “vamos al millón de micro tubérculos de semilla de papa. Allí tenemos variedades de interés comercial, que es papa para freír, papa para puré, las convencionales y nuestras variedades nativas”.
En el reglón de variedades nativas, precisó que hasta los momentos se han podido rescatar 35 variedades, entre las cuales figura la papa nativa, cuya semilla se produce actualmente en Mérida, en la población de Gavidia, y en Mucuchíes, donde “tenemos 17 variedades en producción de semillas y de papas”.
En cuanto a la comercialización, explicó que hay semillas que han sido declaradas de propiedad social, “de modo que no hay patente ni licencia sobre ellas. Se hace trueque con los productores que estén interesados a nivel nacional, para la adquisición de la semilla de papa nativa”.
La declaración la hizo Jiménez, en el parque Los Caobos, donde se realizó el cuarto ecofestival de la papa nativa, con el propósito fue dar a conocer la papa campesina, andina. Es una papa más pequeña, de concha oscura, a veces morada, otras rosada: “Cuando se pica la papa se observa teñida de colores vinotinto, que son pigmentos nutritivos. Generalmente cuando la gente se encuentra con esta papa, la rechaza porque no la reconoce como propia y cree que está mala”.
En total, 35 variedades de papas cuibas y curubas “fueron rescatas por un proyecto de investigación financiado por la Ley Orgánica de la Ciencia y Tecnología”, precisó.
RECONOCER NUESTRA PAPA NATIVA
Jiménez comentó que este proyecto les permitió trabajar en la comunidad de Gavidia, donde se rescataron estas semillas que estaban perdidas desde hacía más de 40 años: “Fueron en algún momento escondidas con la llegada de la semilla importada. Nuestros productores, abuelos andinos, escondieron su semilla. Con la semilla importada también llegaron las plagas”.
Por aquella época se hizo correr el rumor de que la papa nativa no daba rendimiento, decían “eran malas en la siembra, se tenían malas cosechas, y la semilla importada desplazó nuestros rubros autóctonos”, contó
A partir del rescate de la semilla, indicó que se inició un registro científico, anecdótico, el levantamiento de la genética de las semillas, para reconocer la papa andina: “Este es un proyecto de investigación que celebra nuestra identidad, de nuestra idiosincrasia y cultura”.
ECOFESTIVAL AMPLIADO
Por su parte, el miembro del colectivo de Proinpa y responsable de los proyectos a nivel de campo de Codecyt, Rafael Romero señaló que este año se hizo una ampliación del evento a escala nacional, ya que la jornada se efectuó en Guanare, estado portuguesa; en Gavidia, Mérida; en Porlamar, Nueva Esparta; en Tuñame, Trujillo y en Caracas, a fin de presentar visualmente a la papa nativa, para que el pueblo venezolano aprenda a reconocerla, “su forma, su color, su morfología”.
Durante el ecofestival un grupo de productoras y productores ofrecían a los presentes una muestra en físico y una muestra fotográfica de la papa nativa, y de otros productos que “se quieran rescatar y otros que se están en proceso de rescate. Esto representa todo un patrimonio”, explicó Romero.
Expresó que se está a la espera de la declaratoria de la papa nativa como patrimonio cultural y a sus custodios y guardianes como patrimonio intangible: “La idea es que el colectivo y la comunidad se vaya familiarizando con este tipo de producto, que forman parte de nuestro acervo cultural-gastronómico”.
En cuanto a los niveles de producción de semilla de papa nativa, reiteró que en principio se busca que el pueblo venezolano tenga conocimiento de que estos cultivos existen: “Hasta ahora nosotros tenemos un consumo de papa importante, que está alrededor de 17 kilogramos por persona al año”.