«¡Antonio, vámonos! ¡Antonio, vámonos!», gritaban alarmados sus acompañantes pidiendo al fotógrafo que saliera de allí.
Antonio Ruiz no les hizo caso a sus amigos, hasta que uno de los cocodrilos que se encontraba en la orilla del río se le lanzó en un intento de obtener algo más que su cámara. Fue un ataque del que se salvó por los pelos.
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