Ya es tiempo de realizar cambios revolucionarios en la política macroeconómica de la vida nacional, para contribuir a viabilizar el desarrollo productivo. Ello es una condición necesaria para ganarle terreno a la guerra económica y para futuros éxitos del Gobierno Bolivariano.
Los principales cambios deberían estar orientados a la flexibilización de la política cambiaria y a la reforma de la política fiscal, por el lado de los ingresos y de los gastos.
La política cambiaria debe conducir a la unificación del tipo de cambio, movilidad bancaria de divisas extranjeras, control a la salida de capitales e intercambio comercial internacional con monedas nacionales.
La unificación cambiaria eliminaría los altos diferenciales en el tipo de cambio que generan elevados incentivos a la corrupción y son económicamente ineficientes. También permitir la movilidad de las divisas extranjeras, lo cual facilitaría las remesas hacia Venezuela.
El control de la cuenta de capitales contribuiría a reducir los incentivos a la salida de capitales. El intercambio comercial con monedas nacionales para iniciar una senda distinta a la órbita del dólar estadounidense.
Ciertamente, la unificación del tipo de cambio generaría un impacto en los precios de los bienes importados con el tipo de cambio protegido (Dipro), Bs. 10/$, lo cual amerita la instrumentación de políticas que protejan el consumo de esos bienes, asegurando su suministro en especie y/o con políticas de transferencias monetarias, cuya viabilidad está vinculada a la reforma fiscal.