Un total de 13 nominaciones a los premios Oscar consiguió Emilia Pérez, del director francés Jacques Audiard. Pero además, antes de eso, tuvo el privilegio de ganar el premio del jurado en el festival de Cannes, donde además las interpretaciones de Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña, Adriana Paz y Selena Gómez fueron reconocidas. Alcanzó ocho premios de 10 nominaciones que obtuvo en los Globos de Oro, y cinco galardones en los premios del cine europeo, entre los que se cuentan los correspondientes a la mejor película y guionista europeo. El jurado de los American Film Institute le otorgó el premio a la mejor película del año. Y cuenta con nueve posibilidades de ganar premios en la próxima edición de los lauros de la Academia Británica (Bafta).
A pesar de ese rutilante palmarés, el filme generó fuertes críticas, especialmente luego de su estreno en Latinoamérica, el pasado 23 de enero, las más potentes desde México, donde se ambienta la historia en la que no actúan personajes principales mexicanos y tampoco se rodó en ese país.
El filme, contado en tono de musical, pero con características lejanas a los formatos hollywoodenses, narra la historia de un poderoso narcotraficante mexicano, Manitas del Monte, interpretado por la primera actriz transgénero nominada al Oscar, Karla Sofía Gascón, que desea desde niño ser mujer, algo impensable en el mundo dentro del cual creció y mucho menos en el que se desenvolvió. De manera que la transformación también le servirá para evadir la justicia y salir del mundo criminal.
Manitas emplea parte de su vasta fortuna para contratar a Rita, una abogada brillante encarnada por Zoe Saldaña, menospreciada profesionalmente, para encargarse de todo el trámite, desde buscar al cirujano adecuado para hacer la vaginoplastia hasta limpiar sus cuentas, ahora como Emilia Pérez, el nuevo Yo de Manitas, que además debe pagar el impuesto de alejarse de sus hijos y de su esposa, Jesse, una extranjera (con acento gringo) encarnada por Selena Gómez.
Años más tarde, Emilia entra de nuevo en contacto con Rita, para recuperar a su familia y la consecuente vuelta a su país donde se atreve a crear una fundación, dedicada a ayudar a las familias afectadas por la violencia a encontrar a sus seres queridos, desaparecidos por la violencia generada por el narcotráfico.
Sin duda el planteamiento de Audiard es sumamente atractivo, entonces ¿por qué tanta crítica? Obviamente molestaron algunas formas de plantearlo.
Por ejemplo, la periodista Leslie Galván escribió en el diario peruano, El Comercio, que “Audiard tiene buenas intenciones al contar esta historia, pero el problema es que su sensibilidad hacia temas como la identidad de género y las desapariciones forzadas en México se pierde en un abanico de decisiones estilísticas en esta, la ‘Mejor película extranjera’ de los Golden Globe 2025”.
La misma crítica señala la molestia de los mexicanos por la representación de la víctimas de un problema tan doloroso como profundo y complejo, en tono de musical, lo que Galván considera como una sátira de una realidad delicada.
Por su parte, el portal Infobae publicó un texto de Luis Angel Mora en el que critica al director por su supuesta falta de profundidad en su investigación sobre la realidad mexicana y, como guinda, se desvaloriza el trabajo actoral. Incluso una influyente figura como Eugenio Derbez calificó de “indefendible”, el trabajo de Selena Gómez, apreciación que generó polémica al inicio, pero luego fue respaldada.
¿Y si fuera en Maracaibo?
La irritación del público mexicano es completamente comprensible. Es como si se hiciera una película ambientada en Maracaibo, que no se ruede en la capital zuliana y sin ningún actor que al menos se haya criado en la “tierra del sol amada”, En ese caso, ardería la ciudad, y no precisamente por sus altas temperaturas.
En cuanto a los problemas álgidos que forman parte del contexto del drama, si bien es perfectamente comprensible un rechazo por parte de quienes lo tienen ahí cerquita, nos parece que el director francés no pone el foco en ellos. Al contrario, echa mano de esta realidad como un lecho dramático sobre el cual se despliegan los conflictos íntimos de Emilia Pérez.
Tal vez el error fue definir un lugar. Si el conflicto se sitúa en una locación indefinida, el drama tendría la misma potencia expresiva, pero sin las críticas de quienes se ofenden con el filme
Descomponer la fantasía
El uso de la fórmula del musical parece más bien una especie de cristal para descomponer la luz que emana la fantasía, como una estrategia para imprimirle verosimilitud a la historia. En el lenguaje audiovisual la sintaxis del musical parece la más adecuada para trasladar a la audiencia a un plano en el que sea creíble el hecho de que un narcotraficante de gran envergadura se quiera convertir en una mujer. Y que además, después de ser un despiadado asesino, se sensibilice con víctimas de sus propias atrocidades.
Y además, el filme intenta encontrar un lenguaje propio, como ya se mencionó, con estilos, formas y fondos que no se toman de los musicales convencionales.
La misma Galván aporta el dato, en su publicación en El Comercio, que Emilia Pérez, inspirada en el libro Écoute del escritor francés Boris Razon, publicado en 2018, en un principio iba a ser una ópera de cuatro actos, otro lenguaje que le calzaba perfecto al planteamiento.
En este mismo orden de ideas, el medio Chileno, La Tercera, luego de enumerar los factores que más molestaron al público, especialmente el mexicano, cita la defensa que el autor argumentó en una entrevista con la BBC. Sobre la falta de actores de esa nacionalidad y el rodaje, aseguró que buscaron hacerlo e inclusive realizaron procesos de selección. La realidad de las calles de México le resultaron demasiado verdaderas para su intencionalidad artística, “Era demasiado prosaica, demasiado real. Tenía una visión mucho más estilizada en mi mente. Entonces fue cuando la llevamos a París y le inyectamos el ADN de una ópera”, explicó.
“En esta línea, para muchos críticos, la explicación de Audiard es suficiente: aseguraron que existe un gran mérito artístico, independiente de que sea una película mexicana (por la locación de la historia). En cualquier caso, el director francés pidió disculpas a quienes se sintieran ofendidos por su filme y aclaró que no es una película “realista”. “El cine no da respuestas, solo plantea preguntas. Pero tal vez las preguntas en Emilia Pérez sean incorrectas”, reconoció.
Después de todo ¿Los culebrones que exporta la industria audiovisual mexicana, se parecen a la realidad de ese país?
Nombre fatal
Lo que nadie ha señalado, y tal vez sea lo peor que tiene la película, aunque parezca una tontería, es el terrible nombre, Emilia Pérez. No se trata de que el nombre femenino, al lado del popular apellido, sea agradable o no. Es la extrema sencillez, la pereza de escoger el nombre de la protagonista para el proyecto, después de realizar un trabajo tan arduo que implica la producción de un largometraje en formato de musical. Esa decisión incluso contraviene cualquier manual de guión. Es un título que realmente no dice absolutamente nada.
De cualquier manera, Emilia Pérez, considerada por algunos como un insulto a la cultura mexicana, entre los que se cuentan el guionista Héctor Guillén, quien la calificó de “Burla racista eurocentrista” y alabada por otros, entre los que destacan figuras como Guillermo del Toro, para quien, según reseñó el diario español El País, le resultó “increíble y hermoso ver una película que fuera ‘verdadero cine’”, Esta obra ha generado un gran revuelo y, más allá de eso, merece la pena verla en la gran pantalla.